In memoriam: La pasión de vivir.
Pequeña y femenina, siempre en
su lugar, de donde no se dejaba quitar, orgullosa y no arrogante, simpática y
ayudadora, cuidada pero no dependiente de su aspecto, femenina y no feminista,
tímida y decidida... Tales son algunas de las cualidades que adornaban su alma.
Siendo muy pequeña perdió a su
padre en la guerra y fue instruida en términos muy conservadores por una madre
enfermiza, educada y rígida.
A su alrededor, en su infancia, merodeaban figuras femeninas frágiles,
rígidas y pocas paternales. Esto hizo de ella una persona que veía y reconocía siempre a una
divinidad clemente, grandiosa y protectora, que no le impedía mantener un
criterio independiente en ciertos aspectos sociales y aún morales tomando en
cuenta la época en la que nació.
Pienso que su independencia fue el filón energético
batallador y optimista, que la
acompañó a lo largo de su existencia.
Bajo un aspecto vivaz y juvenil,
se escondía una persona tímida sí, pero convencida de su valía. Que supo ir deviniendo y adaptándose a
las dificultades objetivas, ralea, graves y en su mayor parte solamente superables mediante la
actitud.
Bajo el lema de “no te dejes ir,
no te abandones a tus depresiones”, encontré en ella un poderoso aliado a medida que mi vida
avanzaba. Cuando miro atrás y veo las dificultades por las que he ido
atravesando en mi propia trayectoria vital, que, sin ánimo de comparaciones,
considero bastante más livianas que las que pasó, encuentro siempre fuerza para
luchar y seguir avanzando. En su anillo familiar aparecía el lema ¡“Salta
adelante”!, como un siempre hacia el frente…
Y creo que este es el positivo balance
de una personalidad sencilla, optimista y creadora, que pudo pasar de que se le
escapara su carrera musical, debido a férreas y conservadoras directrices
familiares, a encontrar al hombre sostén y compañero de vida.
Atravesó dos guerras, una mundial
y otra civil, dividida entre dos países que amaba y una difícil postguerra siempre con energía, criando y educando
a cinco hijos, además de soportar una familia política nada fácil. Pudo ver escaparse mejores destinos en función de
directrices falsamente prudentes y mantener siempre la cabeza alta y el tono
aristocrático que no clasista, en
el mejor sentido del término.
Y pasar por la pérdida de la
madre, del compañero de larga vida, de dos hijos… y seguir siempre con la
mirada puesta primero en un presente futuro y luego en un presente permanente. Encontrar
en la música, en la pintura, moderadamente en la religión, ciertamente en los
viajes, en la naturaleza, en la familia, en el hogar, dones que se fueron
presentando y que servían siempre para mantener un alto tono energético…
Sí. Sin duda es un ejemplo vital
poderoso y amoroso.
La existencia, pero sobre todo su
don de generosidad, la rodeó de personas que la estimaban profundamente cuando
una enfermedad penosa y dolorosa la obligó a dejar la vida, que tanto
disfrutaba. Por eso morir fue triste
para ella y para todos los que la amaban.
En sus más de ochenta años de
existencia no puedo imaginar un instante en que protestara contra su destino.
Sin que ello signifique que no rezongara contra la injusticia, o contra
personas atrabiliarias o que no le gustaran.
Cuando la juventud física la dejó,
supo encarar con ánimo la madurez, sin dejar esa deliciosa coquetería que la hacía, incluso
anciana, tan femenina y simpática.
Y el amor a la vida se manifestaba igual cuando parió a sus hijos (siempre
decía que era un dolor que valía la pena sentir), que cuando caminaba por el
campo admirando los hermosos árboles, las montañas, las nubes o el mar. Asando
unos costillas o encendiendo el fuego de la chimenea, cultivando su
jardincillo, saboreando un plato
sencillo o escuchando una conversación que, aunque no entendiera completamente,
le parecía de interés.
La vimos llegar a la ancianidad
con un espíritu tan juvenil, que siempre la recuerdo pasados los ochenta años de edad, caminando por las
calles de la India o de Nepal, interesada por esas nuevas civilizaciones de las
que apenas sabía algo y dedicada a una de sus actividades favoritas: viajar, lo
mismo a un pueblito de los alrededores de su residencia que a un país extraño a
su cultura
La enfermedad la pilló un poco
desprevenida. Había tenido una salud estupenda casi siempre y raramente la
vimos enferma. Por eso, cuando le diagnosticaron el cáncer le costó admitirlo, tal
vez porque sabía interiormente que esa era una batalla difícil de ganar. Hasta que la enfermedad se lo impidió,
pocas semanas antes de fallecer, pudo siguió disfrutando de su existencia.
Claro está que había momentos más
difíciles, más oscuros, en que veía como la energía bajaba inexorablemente. Y me
acuerdo sí, de la queja amarga, de que la dificultad o el dolor físico la
aplastaba. Y tan pronto podía regresaba la animosa.
Hasta que un buen día ya no
quiso levantarse de la cama, como admitiendo que era momento de terminar.
Sin embargo, recuerdo que, en las
últimos fechas de su vida, una
serena aceptación la ayudó a dejar el mundo, mientras se sentía rodeada por los
seres que la querían, la cuidaban y la acompañaban.
Un par de días antes de dejar por
completo la vida, tuve la sensación de que ya la había dejado y que en su cuerpo ya no estaba ella.
Siempre es difícil saber como se produce el soltarse. Pero quiero pensar,
puesto que nunca lo sabré, que fue así, como si finalmente ese paso también fue
aceptado con valor y optimismo, cualidades que mantuvo hasta el final.
Tener cercano y disponible un
buen ejemplo durante tantos años ha sido y es una gran ayuda para mi. Lo ha
sido y lo es en mi vida y espero que lo sea también el día en que haya de
dejarla.