jueves, 21 de marzo de 2013


Primavera, equinoccio y Pascua      



  En esta época del año y en estas latitudes, creo que los citadinos necesitamos, más que nadie, volver a ponernos en contacto con la Tierra.

  Con la naturaleza que nos rodea, y que es difícil percibir en el mundo ruidoso y contaminado de las ciudades.

 Es este el tiempo porque, tras el invierno, que trae adormecimiento en el reino vegetal, las plantas vuelven a brotar, las flores se abren en los parques, en las zonas verdes y especialmente en el campo.Pero, incluso en un modesto balcón, podemos percibir cómo las plantitas crecen, los insectos despiertan de su sueño invernal, el sol empieza a calentar y los días se hacen más largos.

  En estas latitudes, porque quienes viven más cerca del ecuador del planeta tienen otras vivencias, cómo es la llegada de las lluvias, tras el período de sequía. 

Los ritos estacionales.     

 Para nosotros los que nos hallamos en los hemisferios con estaciones, la primavera está llena de rituales.          

 Hay olores que reaparecen, plantas que vuelven a resurgir, animales que despiertan de su letargo…El mito del grano enterrado y renacido, el hijo de la diosa que muere al terminar el otoño y renace para la primavera, ha sido adaptado por las diferentes religiones o rituales, tratando de darles un sentido, una finalidad dentro del grupo social. Al tiempo que las religiones se autoproponen como dadoras de sentido a la existencia. Pero ese sentido difiere de la sencillez con la que se originaron.

 El ritual cristiano

  Así, por ejemplo, en este país, llega lo que llamamos la “Semana Santa”. Los rituales de la Pascua en que el hijo es sacrificado, para renacer después, son tan antiguos que hunden sus raíces en la historia más antigua de la cultura humana.
  El que los gestores del mito cristiano lo hayan transformado en una verdad rígida, desprovista o separada de su valor simbólico, ha motivado mucha falta de comprensión de su verdadero sentido.Principalmente porque, a lo largo de su larga y dominante historia, la así llamada Iglesia ha pretendido tener la llave del reino de dios (atribuida a  -San- Pedro y a sus supuestos herederos,) Y, por lo tanto, ha inhabilitado o perseguido a todo el que ponga en duda que los mitos cristianos son realidades y no formas de entender la existencia.Todos sabemos el sinnúmero de crímenes y persecuciones que han sufrido (y todavía sufren) quienes desafían la ortodoxia aparentemente  benevolente y disfrazada de amor de este tipo de instituciones jerarquizadas (que cada quien lo entienda desde la óptica religiosa que asume).

  La primavera es una estación particularmente amorosa y llena de generosidad.Poco a poco, además nos acercamos a los días más largos del año y consecuentemente a las noches más breves.

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  Salutación

  Por lo tanto,  dejo de lado ahora este asunto para compartir con quienes me acompañáis la extraordinaria belleza de la primavera y la resurrección de la vida en este presente, efímero sin duda, y también único y aprehensible con nuestros sentidos.

 A todos os deseo una muy Feliz Pascua Florida y que esta vuelta a la vida os resulte feliz y amorosa.

sábado, 9 de marzo de 2013

Instante

   
El Instante


Hoy, tras tantos días de lluvia, entró el sol por la ventana. Apenas estaba saliendo, en el horizonte de casa, del fondo de la ciudad, dormida y silenciosa tras la intensidad de la semana.
    Primero se iluminó el rostro de la estatuilla de madera. El budita sonreía, o así lo parecía al recibir la luz del sol.
    Al poco, el sol se trasladó despacio pero ininterrumpidamente a alumbrar su manto, para luego dejarlo de nuevo en la sombra e irse a dar luz a otro lugar de la habitación.
    Me tocó verlo desde cierta distancia. Y apareció mi vida, soleada en tiempos en una parte y luego en otra. Y más tarde en mi alrededor. A veces brillante, a veces en la sombra.
   Y me di más cuenta  de que a un día le sucede otro y que el sol sigue su camino, acompañándome mientras estoy y me doy cuenta de que es así.
  Y pienso que el presente es esta sucesión de pequeños instantes, unidos por mi atención.
  Y el pasado pasa a ser  la acumulación de esos mismo instantes en mi memoria, mienstras está.
Y todo ello me deja una sensación de serenidad, que ni es alegre ni es triste.