Un
amigo querido me sugiere una nota sobre la desaparición de tres relevantes
personas del siglo XX.
Le hago caso.
Sampedro-Montiel-Thatcher
Hoy
me he enterado del fallecimiento, en estos dos días, de tres personas bien
diferentes, salvo en la edad y en su independencia de criterios, puesto que las
tres eran ya ancianas y autónomas: murió el profesor José Luis Sanpedro, la
actriz y cantante Sara Montiel y la Sra. Margarita Cardo, también conocida como
Margaret Thatcher.
De
los tres, con mucho mi preferido era José Luis. Había sido hace ya años
profesor mío en la Universidad, cuando corrían los últimos estertores del franquismo.
Hombre
de una enorme brillantez intelectual, unida a un gran coraje, fue maestro de
maestros. Había iniciado la enseñanza por entonces de la economía del
subdesarrollo, además de poseer profundos conocimientos de economía mundial.
Tenía
el verbo ácido y sabía llamar a las cosas por su nombre. Todavía recientemente,
no tuvo pelos en la lengua en llamar a Rajoy “es Vd. un h de p”, refiriéndose
naturalmente, no a la madre del político gallego, sino a su actitud para con la
gobernanza de este país. Desde esta actitud un tanto amarga, aunque siempre
interesante, vivió una vida en una profunda plenitud.
En
su última etapa se dedicó también a la literatura y mantuvo una actitud
independiente en relación a ideales dizque políticos. Hoy leía que dijo que se muere con la amargura de que la mayor parte de los
ministros de Economía españoles han sido alumnos suyos, pero –según él- muy
malos alumnos. Y es que la economía viene gobernada casi siempre por las
supuestas ideas políticas y sobre todo por los intereses económicos de unos
pocos.
Para
mi, se va una de las grandes figuras de nuestro siglo XX. Y con él una figura
independiente y atenta a mantener a salvo sus valores por encima de otras
importantes frivolidades.
…………
Sarita para mi va unida a mi infancia y a películas como
“El último cuplé”. Tenía en común con José Luis que hacía lo que le venía en
gana, lo mismo a la hora de elegir parejas o amantes, que de llamar a sus hijos
o de casarse septuagenaria. Era una amante de la vida, orgullosa y siempre dispuesta
a la primera fila.
Aprendí
de ella esa independencia a veces frívola, pero siempre en contacto con lo que
ella quería y exprimía de la vida.
Sara
Montiel me producía una mezcla de admiración y envidia, por esa rara capacidad
de hacer lo que le apetecía.
…………
En
lo que se refiere a Margarita, simpatía ni le tuve ni le tengo. En un tiempo
cargado de testosterona política, su feminidad era competitiva con los hombres:
“the best man in Europe”, parece ser que la llamó el actor-presidente Reagan.
Quería competir con Churchill, pero acababa siendo una chillona ama de casa que
gritaba en Bruselas “I want my money back”, para darse un aire de landlady (lo
que no le hacía falta pues era claro que lo tenía innato o adquirido).
Su
actitud rígida y puritana, unida a sus conocidos ataques de ira (bien
representados en la película acerca de su vida) terminó arruinando a sectores
pequeño burgueses de su país y marginando a un sector de la población, en una
Gran Bretaña poco acostumbrada a traspasar umbrales de miseria, desde la época
de Charles Dickens.
Por
no hablar de su conocida afinidad con dictadores americanos como Pinochet, a
quien visitó con delectación, durante su devastadora detención en Londres a
cuenta del Juez Baltasar Garzón.
Tanta
paz se lleve como deja.
Por
mi parte, desde luego no la echaré de menos. Y recordaré como desguarneció las
Malvinas, para luego reconquistarlas a la cruel dictadura argentina, que
pretendió aprovecharse de este extraño movimiento político militar thatcheriano
de dejar unas islas tan a la merced de los milicos.
Todo pasa y todo queda
Pero lo nuestro es
pasar
Pasar haciendo caminos
Caminos sobre la mar
A. Machado