viernes, 8 de noviembre de 2013

Avanza el otoño




El otoño avanza y el invierno se acerca. Ya hay árboles casi desnudos de hojas.
Otros, las colorean de fascinantes y caprichosos colores antes de soltarlas, mientras recogen su savia en el interior.


Inevitablemente, la estación de la caida, como dicen los ingleses, me trae también interiorización. Posiblemente además de la estación en sí, está todo la historia personal que condiciona y dibuja mi percepción.

La melancolía suele asociarse a situaciones pasadas y perdidas. Tal vez el otoño las pone más evidentes. 
No puedo ni quiero evitar las imágenes de las personas que se fueron, que cayeron como hojas de los árboles antes de entrar en el invierno. Son ahora un recuerdo, un recuerdo satisfecho satisfecho de volverlos a la vida desde mi memoria y hago un esfuerzo voluntario y contento de recuperarlos en este presente.

Hoy pensaba en mi amigo que se fue, en Alfonso. Necesitaba escuchar su voz, compartirle mi día. Al traerlo al ahora, produje una especie de cortacircuito en mi consciencia. No estaba y sin embargo estaba. Podía escuchar su voz a través de mi mente, que fantaseaba con el diálogo.

Y regresé al parque, a sus hojas caidas, a recordar la primavera tan bella de este año, llena de flores y de lluvia.
Y al verano, a los emocionantes viajes que he realizado y al calor casi sofocante de algunos dias en la ciudad.

Y de nuevo, la velita parpadeó y regresé a mi hogar y amé el otoño, con sus susurros levemente tristes y el frío que se acerca.
Pensé en mi vida, ya avanzada, otoñal y en el soltar de las cosas que ya no existen.
Y aqui me detuve y decidi compartiros estas líneas.

Recordé que estoy a veces solo, pero raramente aislado del mundo.

Y suspiré. Con alivio.