martes, 15 de agosto de 2017

Trabajo interno

Trabajo interno

Mens sana in corpore sano




    Alguien me comenta acerca de mi criterio sobre la meditación. 
  Apunto unos criterios personales.



   Son diversas las escuelas que se han interesado por la vía de conocer la mente, desde la experiencia individual. Tanto desde el ámbito de las religiones, con el uso de la oración y de la contemplación, como en Occidente desde el de la psicología, con William James a la cabeza, se nos ha informado del camino para explorar la conciencia individual.


   Titulo esta reflexión “Trabajo interno”, puesto que se trata de un asunto que requiere trabajar. Tal vez, como dijo Gurdjieff sea un trabajo con mayúscula. No solamente porque se trata de un dominio diferente del trabajo ordinario, sino porque el esfuerzo requiere algo continuado, disciplinado,  a veces penoso, y muchas veces incierto. Los resultados no son palpables a simple vista y la influencia del Trabajo en el resto de la vida puede notarse o pasar simplemente desapercibido al ojo ajeno.
Es interno, en la medida que su objetivo es conocer lo que con la simple razón es incognoscible. La experiencia meditativa, simplemente, requiere de atención y de relajación. De continuidad. De sencillez y de humildad, ya que, en y durante la práctica, la búsqueda de logros externos nos aleja de aquello que pretendemos encontrar.



   Creo, desde mi experiencia, que, al menos en una larga etapa, el trabajo interno requiere de un maestro en quien confiar. La forma en que se le sigue o aparece es muy variada. Y, para mi pensar, sus enseñanzas han de pasar por la práctica y por la confianza. Confianza proviene o contiene la palabra fe. Es decir, creer que lo que estamos haciendo y a quien seguimos es bueno.

Ya cada quien ha de verse consigo mismo el cómo y el hasta donde.

Sin agotar este rico tema, el trabajo interno es diario, cotidiano y no referido exclusivamente a una sola práctica. Quiero decir que la meditación sentada es importante sin lugar a dudas. Y, para mi, lo es el tratar de llevar esta práctica a lo largo del día y en el contacto. Sin  que se convierta en un deber. O en una obsesiona, pues entonces se desvirtúa. Y se convierte en un trabajo con minúscula.